Rafael E. Fernándz
El papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre con 95 años, pidió destruir «sin excepciones» sus escritos privados a su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, según narra él mismo en su próximo libro.
«Hay quien me ha preguntado que haré, tras la muerte de Benedicto XVI, con sus documentos. En realidad, esto para mí no supone un problema, dado que he recibido de él instrucciones precisas, con indicaciones de entrega que me obligan en conciencia a respetar, sobre su biblioteca, los manuscritos de sus libros, la documentación acerca del Concilio y su correspondencia», escribe Gänswein.
El arzobispo alemán, el más cercano colaborador de Ratzinger desde 2003, especificó que «en lo que concierne al resto de escritos su suerte está marcada». «Los folios privados de todo tipo deben ser destruidos. Esto debe hacerse sin excepciones y sin escapatorias«, asegura que le indicó el pontífice emérito.
Georg Gänswein, el fiel servidor que acompañó como asistente personal a Benedicto, quiere defenderle de las «flagrantes calumnias» y las «oscuras maniobras» que rondan al emérito
Gänswein publicará el 12 de enero el libro Nient’altro che la verità (Nada más que la verdad) para responder a «las calumnias y oscuras maniobras» que trataron «en vano» de ensombrecer el legado del pontífice, que murió en el monasterio vaticano en el que residió la última década de su vida tras su histórica renuncia en 2013.
En sus páginas, el monseñor alemán reprocha al sucesor, Francisco, el papa actualmente «reinante», algunas de sus decisiones, como la de poner coto a las misas en latín, algo muy criticado por los sectores más conservadores de la Iglesia católica.
Asimismo lamenta que le apartara de su lado pese a ser el prefecto de la Casa Pontificia, encargado de la agenda de los pontífices, y que de un día para otro le encomendara la labor de cuidar de Ratzinger en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae. «De ahora en adelante quédese en casa, acompañe a Benedicto, que lo necesita, y hágale de escudo», asegura que le dijo Francisco.
Entre otras muchas cosas, Gänswein confirma y lamenta en sus páginas la existencia de corrientes o «hinchadas» (usa el término «tifoserie», en italiano hinchas del fútbol) dentro del Vaticano. «En efecto, creo que el análisis más correcto deba indicar como problema, no tanto la coexistencia de dos Papas, uno reinante y otro emérito, sino el nacimiento y desarrollo de dos hinchadas, ya que con el paso del tiempo (Ratzinger) se dio cuenta cada vez más de que efectivamente eran dos visiones de la Iglesia«, afirma. Y agrega: «Estas dos hinchadas -cada una fundada en afirmaciones, gestos o impresiones sobre la actitud de Francisco y Benedicto, por otro lado a menudo con invenciones del todo gratuitas– han creado esa tensión que después reverberó sobre quienes no eran suficientemente conscientes de las dinámicas eclesiásticas».
En la última década, la convivencia de dos papas, uno reinante y otro emérito o retirado, ha dado origen a dos corrientes y el ala más conservadora a menudo ha recurrido al legado de Benedicto XVI para atacar a Francisco, aunque ambos siempre manifestaron un respeto recíproco.
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