Bote de aguas negras: el eterno problema en Santa Lucía

Bote de aguas negras: el eterno problema en Santa Lucía

M. Velazquez (UNICA)

Aunque es uno de los sectores más alegres y populosos de Maracaibo por ser cuna de gaiteros y centro de diversas actividades culturales, en Santa Lucía no todo es color de rosa.

Hace aproximadamente ocho años que sus habitantes sufren por los constantes botes de aguas negras y a esto se suma el mal estado de la vialidad en varias calles.

Gestiones inadecuadas

El problema es grave desde que se permitió la construcción de ciertas edificaciones alrededor, como la residencia Plaza Campo, ubicada al lado de la Biblioteca del estado, o la villa Ana María Campos.

«¿Qué hicieron? Se unieron a las cloacas de estas calles y gracias a eso colapsamos», aseveró Ida González, residente del sector.

Otro vecino comenta que en el caso del Parque Residencial Santa Lucía, antigua cervecería Zulia, «allí construyeron seis torres de unos 17 pisos cada una y cabe destacar que no todos los apartamentos están habitados, sino ya estaríamos nadando en m…».

Aunque estos son los mayores causales, la notoria falta de atención por parte de los organismos competentes acrecenta el conflicto, pues no se da el debido mantenimiento a las tuberías que son tan antiguas como las casas que se han declarado patrimonio cultural.

«Este sistema daba abasto hace cien años, para habitantes de ese momento, pero después de un siglo sin servicio, sin cambios y con la población que se ha enlazado, esto no funciona», expresó José Cerrada, quien reside en la calle Belén.

Este problema se extiende a diversas zonas, como la calle Jugo, San Ramón, La Triana y lugares aledaños a la iglesia.

Los vecinos no saben si alegrarse cuando llega el agua, ya que es allí cuando todo empeora. Aunado al mal olor, algunas casas se inundan, generando así una gran incomodidad en las familias, pues se vuelve casi inhabitable.

Además de los hogares, los negocios también sufren las consecuencias. Anteriormente, algunos abastos y puestos de comida rápida vieron caídas en sus ventas a causa de la putrefacción.

Ante la ausencia de soluciones, los habitantes buscan sus propios remedios, ya que los trabajos iniciados años anteriores nunca continuaron.

De las pocas veces que se presentó Hidrolago y la Comisión de Aguas, durante la gestión de Willy Casanova, se encargaron de succionar el agua en algunas casas, pero Cerrada añade que «eso solo reduce el problema un día o máximo dos, luego las cloacas vuelven a colapsar. Es como colocar un parche a una represa que se está rompiendo: no funcionará mucho tiempo. Si no se ataca la raíz no dará resultado».

Se conoce que intentaron destapar las cloacas, pero para ello debían romper la carretera y no lo hicieron porque se necesitaban ciertos permisos. Los tubos de concreto que iban a ser utilizados para sustituir tuberías viejas, desde aquel momento quedaron «adornando las calles» ya que nunca se instalaron. Los de fibra de vidrio fueron retirados antes del cambio de gestión.

Los mismos vecinos han roto el suelo en sus frentes para poder expulsar el agua hacia la calle y han inventado algunos conductos subterráneos. Sin embargo, no es suficiente: el olor permanece y sigue siendo un riesgo para todos, ya que provoca enfermedades y se convierte en un criadero de moscas y zancudos.

Es por ello el gran descontento, pues sienten que las labores realizadas –e inconclusas– solo funcionaron para desmejorar, no para ayudar. Aún esperan que alguien tome cartas en el asunto y le devuelva vida a la barriada luciteña.