Una sola vez en 2017 llegó la caja CLAP a un sector de Altos de Jalisco. Iván Bracho, vecino, reclama que el propio Gobierno ordenó la distribución de alimentos que “no llegan a la comunidad”. Un año tiene la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción y la escasez de comida persiste, pese a que la misión era combatir la falta de productos, garantizar el abasto a las familias con una colocación vigilada por el Estado con participación de los consejos comunales.
Y ahora con la medida que prohíbe a los supermercados vender productos regulados, ordenada por el gobernador Omar Prieto, “el hambre va a seguir”, asegura Bracho, que desde marzo no ve una caja de alimentos CLAP en su barriada. Una distribución que se afirmó llegaría y “no llegó más nunca”.
Considera que prohibir la venta de regulados en el único expendio donde adquiría es “un total monopolio” que limitará el acceso de su compra. Ya se ven los efectos. Pasillos “sin nada. Hay uno que sólo tiene ganchos de ropa otro desinfectantes porque comida no hay”, agrega un sexagenaria al salir de una tienda en Bella Vista.
“Lo que compre fue pimentón y una compota porque no hay ni harina ni pasta ni siquiera huevos que son alimentos esenciales”, critica Ana Suárez, ama de casa. “Quitan los regulados a los mercados y ahora tenemos que ir a buscarlos a la calle y pagarlos en efectivo porque los CLAP no llegan. Hay desabastecimiento y además que lo que ellos (Gobierno) hace no llega a las comunidades”.
Sandra Tesillo, diseñadora, siente la escasez. “Hay mucha, y en los súper ves desinfectantes y agua mineral. Así están todas las cadenas. Cuando hacían combos poniendo dos o tres productos básicos y servilleta y otros que uno no necesita. Te obligaban a comprar”, reprocha.
Vota por la medida oficial. “Debe implementarse y ver si es efectiva” la redistribución bajo el control oficial. Pide extender la restricción a los mercados Altos de Jalisco, Santa Rosalía y Las Pulgas donde se impera la comercialización en efectivo y con sobreprecio.