Escombros, cables, tuberías dañadas, dejadas por los ladrones como brequeras siguen a la orden del día, en esta ocasión en la Escuela Nacional Bolivariana Pichincha. Durante un recorrido por las instituciones educativas de la ciudad, se localizó otra que no escapa de la barbarie delincuencial.
La tierra, telarañas, baños desincorporados y ductos oxidados quedan a la vista de los estudiantes desde varios ángulos del centro de educación. Al subir las escaleras de la unidad educativa especial Maracaibo se evidencian las paredes cuarteadas por los años. La placa de cobre que indicaba el nombre de esta institución, la cual estaba en la planta alta del mismo recinto, fue arrancada.
Salones clausurados, más por la falta de todo, y que “a cuenta de deshojo de margaritas” movilizaron a los alumnos hacia las aulas que están relativamente aptas. Lo que abunda es la basura dejada por los destrozos de los vándalos en las áreas posteriores.
La falta de mantenimiento preventivo y las destrucciones dejadas por la acción vandálica en todas las áreas de la escuela, se evidencian al recorrer sus espacios que son amplios. Un anfiteatro clausurado, donde otrora se realizaron eventos escolares de importancia, yace en el abandono.
El escenario, con una imaginación retrospectiva de lo que alguna vez fue ese lugar, urge de una “importante” inversión para una recuperación que permita albergar una matrícula estudiantil mucho más amplia.
En general, plantel presenta los mismos patrones que otras instituciones, como es el desmantelamiento sistemático en sus instalaciones por delincuentes, aseguran las fuentes.
