Dieciocho mil pescadores artesanales en Los Puertos de Altagracia se vieron en la obligación de paralizar sus labores. No tienen ni una gota de gasolina para poder arrancar el motor de las embarcaciones, tampoco gasoil ni lubricantes para los bongos. La irregularidad se registra hace dos semanas debido al retraso en la distribución del combustible, pero ayer rebasó los pronósticos. Y es que las tres estaciones de servicio que opera en el municipio turístico y pesquero por excelencia en la subregión del occidente del país, permanecieron cerradas al quedarse sin el producto.
Con el pasar las horas el escenario era paupérrimo. Los pescadores que viven de las ganancias diarias no pudieron zarpar, se quedaron varados en las colas de las estaciones de servicio. Se niegan a comprar el combustible a los bachaqueros, a quienes consideran que se lucran con la necesidad. Una pimpina de 10 litros la ofertan en 20 mil bolívares. La denuncia la sustentó Winston Medina, del sindicato de pesca en el municipio Miranda en la Costa Oriental del Lago.
“El 25 por ciento de la población de la parroquia Altagracia y el 75 en San José viven de la pesca y resultan altamente afectados por las fallas de combustible; al igual que, el sistema de distribución del producto. El transporte público terrestre también está parcialmente paralizado”.
En Los Puertos de Altagracia existen 122 bongos, de los cuáles cinco pertenecen a Javier Manzano, de la pesquera Fabiola, estas tienen 28 días sin gasoil, mientras que las 40 embarcaciones artesanales que pertenecen a la empresa, están varadas hace semana y media. “No conseguimos ni lubricantes. Una pipa la venden a 8 millones de bolívares cuando su costo real es de 180 mil. En total, son 110 pescadores que tengo a mi cargo quienes sufren las consecuencias de esta pesadilla”.
Para Armando Paz, uno de los afectados, la situación es insostenible. “Pasamos toda la madrugada dentro del lago, buscando el sustento para la familia, con miedo de ser atacados por los piratas del lago, y para colmo debemos pasar hasta ocho horas en una gasolinera. A veces hasta la niegan, no nos vende. Esto no es vida. No tenemos descanso. Ahora no sé cuándo lograré pescar sino consigo gasolina. Nos están matando de hambre”.
Entre los altos costos de las herramientas de pesca y la inseguridad, ahora los pescadores deben lidiar con el tema del combustible. “Si llega la gandola y no nos venden a los pescadores, estamos dispuestos a mantenernos firmes en las estaciones de servicios. Si es apostarnos con nuestras mujeres e hijos, lo haremos. El sector pesquero lo golpean fuertemente y nadie nos defiende”, dijo Pedro Durán, otro de los perjudicados.