«Lentejas», así empezaron los nuevos gobernantes revolucionarios su período de gestión en una ciudad tan necesitada como Maracaibo. El gobernador Omar Prieto se concentró en la presentación de un plan de seguridad, pero hasta ahora, nada se ha visto en relación con la recolección de basura en una capital que está arropada de desperdicios en todos sus espacios, siendo que les fueron quitadas esas funciones a la Alcaldía de Maracaibo y transferidas a la Gobernación.
De esta manera, «la ciudad más bella que existe en el continente» recibirá la Navidad atestada de basura, con quemas de basura que es aún peor, sin su ángel de Navidad iluminado por primera vez en sus 45 años de historia y con gente haciendo interminables colas para surtir de gasolina sus vehículos.
En relación con el Ángel de Navidad, como ya es costumbre en este régimen, no hay respuesta. Nadie sabe con certeza qué ocasionó que este año no se encendiera, como ya es tradición anualmente, desde la bajada de los furros, el «Angelito» de Navidad en Maracaibo.
Solo especulaciones, algunas de ellas versan en que «le quitaron todos sus bombillos, que son ahorradores, para comerciarlos», versión no confirmada ni negada. Otra hipótesis es que se le quemaron sus bombillos y Corpoelec no tiene los reemplazos. Otros dicen que Corpoelec dispuso de los bombillos adquiridos para el ángel en favorecer a los maracaiberos y en vez de ponérselos a la estructura, se los entregaron a la gente a cambio de bombillas incandescentes.
De cualquier forma, se trata de una indolencia, una indiferencia y una acción por demás irresponsable por parte de Corpoelec que no admite excusa alguna, de ningún tipo.
Finalmente, la población sigue «enloquecida» buscando gasolina, como si se tratara de la última gota de agua en el desierto y a la fecha, hoy 24 de diciembre, las estaciones de combustibles siguen atestadas de carros que se forman en enormes colas a ver si tiene la suerte de irse con el tanque lleno, para mañana ya tenerlo vacío otra vez.
Si este es el concepto de bienestar y de «patria bonita» en el pregón contradictorio de que «todo está bien» y este es el país de las maravillas, ¿qué queda entonces para un lugar donde nada funcione y reine la anarquía y el pésimo vivir de sus habitantes?
La población no exige respuestas, parece que simplemente baja la cabeza y asume. Pero el deseo existe y la indignación va por dentro como la procesión. El Gobierno debe dar un paso al frente y resolver, al menos, estos tres temas: la basura, la gasolina y el «Angelito» de Navidad.
Ernesto Ríos Blanco