PAPAS FRITAS al banquillo

Ninguno de los duros ataques que está recibiendo el “fast food” en general, y las papas fritas en particular, en los últimos tiempos ha hecho mella en su tremendo éxito.

Quién le iba a decir al indio norteamericano George Crum, que las inventó por casualidad en la cocina de su restaurante en 1853, que las papas fritas se convertirían en el aperitivo de mayor éxito en el mundo. Pero su consumo debe ser moderado. Aquí están algunas ideas sobre su historia y el porqué de su innegable popularidad.

Las papas fritas chip son, como el popular lampazo o las conservas de guayaba, un descubrimiento con poco glamour. Hasta la fecha, a nadie se le ha ocurrido erigir un monumento o rendirle un solemne homenaje a su modesto inventor (un indio norteamericano llamado George Crum, que las descubrió en 1853). Sin embargo, puede decirse que han transformado nuestra vida cotidiana de una forma espectacular.

De hecho, es tal su éxito que lo que cuesta imaginar es que hubiera un tiempo en el que no existían. Porque el mundo entero consume todos los días cantidades ingentes de este producto, una pasión colectiva de la que los venezolanos no escapamos. Sin embargo, los reparos sobre su venta tienen que ver con su elevado contenido en sal y grasas saturadas. El colesterol y la obesidad son los caballos de batalla. 

Ninguno de los duros ataques que está recibiendo el “fast food” en general, y las papas fritas en particular, en los últimos tiempos ha hecho mella en su tremendo éxito. Al contrario, han animado a los productores a multiplicar su actividad, inundando el mercado de nuevas modalidades, bien bajo el reclamo de lo sano, lo ligero o lo natural, el sabor revolucionario o el aval de algún renombrado cocinero (cuando no las tres cosas a la vez). De esta manera, hoy la variedad es más amplia que nunca, existiendo sabores como chips al queso, jamón o cebolla y otros más insólitos. Sin contar con las light, sin sal o las recetadas por cocineros internacionales de la talla del catalán Ferran Adrià.

El recuento

Ahora un poco de historia. En el mundo, las chip no vieron a la luz hasta 1853, de la mano de un cocinero norteamericano del mencionado George Crum. A su establecimiento, el Moon Lake Lodge, en Saratoga Springs (Nueva York), llegó un exigente Cornelius Vanderbilt, afamado constructor de líneas ferroviarias. El señor Vanderbilt se sentía ese día especialmente irritado y rechazó hasta tres veces las papas fritas que le traía el camarero por considerarlas demasiado gruesas.

Hasta que Crum, sin tener ni idea de que estaba pasando a la Historia del aperitivo con mayúsculas, las cortó en finísimas rodajas, las introdujo en aceite hirviendo, las saló y las devolvió a su cliente que, esta vez sí, quedó satisfecho.

A partir de aquel momento pasaron a ser conocidas como patatas Saratoga y una especialidad de la casa. Su popularidad fue creciendo geométricamente y se convirtieron en un “snack” aún más masivo en 1920, cuando se comercializó el primer pelador de papas mecánico. Seis años después una tal Laura Scudder remató la faena inventando las bolsas de papel de cera para guardarlas. A Europa el producto llegó con gran celeridad a través de Inglaterra, donde comenzaron a producirse industrialmente al mismo tiempo que en EE UU. El resto es historia.

CUESTIÓN DE SALUD

Numerosos organismos de salud argumentan que estos aperitivos se fríen en aceites saturados de grasas, contienen una cantidad de sal muy superior a lo saludable y aportan un número gigantesco de calorías. Eso, sin contar los conservantes, aromatizantes o estimulantes de sabores químicos con las que se condimentan.

 

 

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