RUSIA 2018: El videoarbitraje va, pero tiene detractores

RUSIA 2018: El videoarbitraje va, pero tiene detractores

“El VAR le va a poner límites a la oscuridad”, dice Javier Castrilli, “a la sospecha y a las suspicacias”. A Castrilli le decían el Sheriff. Fue acaso el árbitro más severo del fútbol argentino. Capaz de expulsar a Diego Maradona cuando era ídolo de Boca Juniors. Y de echar a cuatro jugadores de River Plate en su estadio Monumental.

Retirado tras dirigir en el Mundial de Francia 98, y comentarista para la próxima Copa de Rusia, Castrilli dice a The New York Times que “el paradigma actual de conducción arbitral ha llegado a su fin”, que “no se puede seguir dependiendo de las limitaciones humanas” y que “en este momento del fútbol mundial, la tecnología es indispensable  para aportar la previsibilidad de que se hará justicia”.

La International Football Association Board (IFAB) aprobó el 3 de marzo pasado el uso del videoarbitraje (VAR) y lo fundamentó con un estudio de la Universidad de Leuven. El VAR, determinó el informe, tuvo un 98,8 por ciento de eficacia en 972 partidos de los dos últimos años. ¿Pérdida de tiempo? Apenas una media de 55 segundos, menos que la ejecución de un tiro libre. La decisión, mero trámite, se hará oficial a través del Consejo de la FIFA, que se reunirá este viernes 16 de marzo en Bogotá.

Pero Sudamérica desconfía del VAR. La Conmebol desembolsó 850.000 dólares y lo utilizó en diez partidos definitorios. Y uno de ellos, la semifinal de Copa Libertadores entre los argentinos Lanús y River Plate, el 31 de octubre pasado en Buenos Aires, terminó siendo un gol en contra. “Inventaron el VAR para sacarnos de la Copa”, clamó Enzo Pérez, volante de River y la selección blanquiceleste. Se usó el VAR para darle un penal a Lanús, pero no cuando debió sancionarse otro penal para River.

“La demanda de justicia quedó insatisfecha”, admite Castrilli. El Sheriff cree que el VAR “conceptualmente puede rendir muchísimo más” y que “debería cambiarse el protocolo antes del Mundial”, porque “es fundamental que la última palabra la tenga la persona que está viendo esas imágenes por televisión”. El árbitro, dice Castrilli, “debería convertirse en un simple ejecutor de decisiones remotas y al jugador y al técnico se les debería reglar la posibilidad de acceder a la duda”.

El protocolo establece que el VAR únicamente podrá utilizarse en Rusia 2018 en cuatro escenarios: para validar o no un gol, conceder o no un penal, atribuir o no una tarjeta roja y corregir un error de identificación a un jugador sancionado. El único con potestad para solicitar una revisión será el árbitro principal, quien además podrá ser advertido por el asistente del VAR ubicado en la sala de operaciones. En todos los casos la decisión final será siempre del árbitro principal.

Para Joaquín Dosil, profesor de Psicología del Deporte de la Universidad de Vigo que trabaja con el club Celta, de la Primera División española, “es un arma de doble filo. El árbitro tiene que tomar decisiones en muy poco tiempo y puede condicionarse si sabe que tiene ese último recurso en el VAR”. La consecuencia más importante del VAR, sostiene Dosil, “es cómo afecta a un árbitro en su confianza, su nivel de activación y su concentración. Si no está trabajado bien consigo mismo, puede tener una repercusión negativa, aunque le haya facilitado en una jugada en particular”.

Marcelo Halfon, médico psicoanalista argentino, especializado en vínculos y deportes, advierte que “si no hay un entrenamiento adecuado, la situación quedará librada a la personalidad de cada árbitro. Me parece que al perfeccionamiento técnico hay que acompañarlo de suficiente entrenamiento psíquico y emocional para todos los actores más expuestos en esta situación, desde el árbitro hasta el cuerpo técnico y los jugadores”.

“El árbitro es preso de las presiones del entorno y de sí mismo”, señala Castrilli: “El miedo escénico, el temor a la equivocación, el papelón o el bochorno, el miedo a la pérdida de la gobernabilidad del partido, su ego. Hay un conjunto de situaciones que pueden hacerlo transitar un camino equivocado. Por ejemplo, que intente hacer prevalecer su opinión porque le hacen creer que él es la autoridad máxima”.

Eso, explica Castrilli, no le pasa al que está sentado con el VAR y junto a sus asistentes, porque sería una decisión totalmente impoluta y desprovista de ese tipo de presiones. “Por eso hay que cambiar el protocolo”.

Horacio Elizondo, actual director nacional de Arbitraje de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), es el árbitro que expulsó a Zinedine Zidane en la final del Mundial de Alemania 2006 por el cabezazo al pecho del italiano Marco Materazzi, quien lo había provocado. Elizondo estaba de espaldas. No vio nada. Le avisó por el intercomunicador el español Jesús Medina Cantalejo, cuarto árbitro. Medina Cantalejo dijo que lo vio con sus ojos, pero en Francia no le creen. La roja a Zidane, dicen los franceses, fue el primer uso no oficial del VAR en una Copa Mundial.

“No creo que el VAR pueda jugarle en contra para nada al árbitro”, dice ahora Elizondo a The New York Times. “El árbitro sale al campo de juego a tomar decisiones como si lo hiciera sin VAR, pero con la ventaja de que tiene un seguro que es el VAR, donde le van a estar chequeando todas las decisiones que tengan que ver con el protocolo. Le van a decir si acertó o si tiene que rectificar su decisión. Más seguro no puede estar”, afirma.

La Liga de España acaba de anunciar que implementará el VAR a partir de la próxima temporada. La UEFA, en cambio, avisó que la Liga de Campeones seguirá jugándose sin VAR. “Primero es necesario educar a los árbitros correctamente”, dijo su presidente, el esloveno Aleksander Ceferin. En Alemania despidieron a Hellmut Krug, el jefe del centro de control encargado de supervisar el asistente de VAR, acusado de favorecer al Schalke 04, del que es hincha.

En Brasil, el otro gran coloso del fútbol sudamericano, los clubes rechazaron al VAR para el Brasileirao 2018. Doce de los veinte clubes de Primera se opusieron por el elevado costo —casi 300.000 dólares por equipo— que supondría su instalación. Sí podría utilizarse en la Copa de Brasil, porque la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) asumirá los costos. No hay VAR en ligas sudamericanas.

Marcelo Roffé, máster en Psicología del Deporte que trabajó con las selecciones de Argentina y Colombia, sostiene que “recurrir al VAR debería ser un signo de grandeza e inteligencia, pero tiene que bajar de la casa matriz y se tiene que tomar conciencia de eso. Caso contrario, se puede llegar a tomar como una debilidad o una falencia del propio árbitro”. Para Roffé, “la interpretación del árbitro, tanto del reglamento como del VAR, es subjetiva”. En Rusia, está claro, Sudamérica no tendrá ninguna mano de Dios. Confía, entre otros, en los pies de Leo Messi, Neymar y Luis Suárez.

NOTIZULIA / Agencias

 

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