Notizulia / Agencia
Rusia y Ucrania sellaron el viernes sendos acuerdos con Turquía y la ONU para desbloquear la exportación de granos a través del mar Negro y aliviar la grave crisis alimentaria mundial, un avance diplomático después de cinco meses de conflicto.
Tras varias rondas de negociaciones, las delegaciones rusas y ucranianas firmaron en Estambul dos textos idénticos pero separados, ya que Ucrania se negó a rubricar ningún documento con Rusia.
El pacto, negociado desde abril bajo auspicios de la ONU y de Turquía, establece «corredores seguros» para que los barcos ucranianos puedan entrar y salir de tres puertos del mar Negro: Odesa y sus satélites Pivdenny y Chornomorsk.
Ambas partes se comprometen además «a no atacar» los buques de sus adversarios, según un funcionario de la ONU.
«Hoy hay un rayo en el mar Negro: un rayo de esperanza, un rayo de posibilidad, un rayo de alivio», reaccionó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante la ceremonia celebrada en el Palacio de Dolmabahçe.
El acuerdo «aliviará a los países en desarrollo al borde de la bancarrota y a las personas más vulnerables al borde de la hambruna», dijo.
El documento se firmó por cuatro meses y se renovará automáticamente. Las operaciones serán monitorizadas por un centro de coordinación en Estambul, que velará por el cumplimiento del acuerdo.
El pacto de hoy es el primero de importancia firmado por ambas partes desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero.
Camino hacia la paz
El conflicto, que ya ha desplazado a millones de personas y ha causado miles de muertos, se libra entre dos de los mayores productores de cereales del mundo.
Cerca de 25 millones de toneladas de grano están actualmente bloqueadas en los puertos de la región de Odesa por la presencia de buques de guerra rusos y de minas, colocadas por Kiev, para defender su costa.
Antes de sellar el acuerdo, Kiev había advertido que cualquier infracción de Moscú al documento y cualquier incursión en los puertos ucranianos tendría una «respuesta militar» inmediata.
Tras la firma del documento, Ucrania señaló que no confiaba en Rusia sino en Naciones Unidas para la reanudación de las exportaciones.
«Confiamos en la ONU como impulsora de este acuerdo, como institución y en el secretario general», dijo el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, durante una rueda de prensa.
«Confiamos en la ONU. Ahora es su responsabilidad garantizar que se respete el acuerdo», dijo a su vez el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, aseguró que Moscú no se aprovecharía de que los puertos ucranianos «estén limpios de minas y abiertos».
También señaló que Rusia había conseguido que Washington y Bruselas se comprometieran por separado a levantar todas las restricciones a sus propias exportaciones de cereales y otros productos agrícolas.
Para el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el acuerdo podría reavivar «el camino hacia la paz». El mandatario tuvo un papel clave en las negociaciones y mantiene buenas relaciones tanto con Moscú como con Kiev.
Para facilitar la exportación de granos, Turquía se ofreció para ayudar a desminar las aguas del mar Negro.
El acuerdo fue saludado por las potencias occidentales, que instaron a Moscú a cumplirlo.
«El acuerdo de Estambul es un paso en la dirección correcta. Pedimos que se aplique rápidamente», dijo el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
En Washington, el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, urgió a implementar rápidamente el acuerdo «para evitar que los más vulnerables del mundo caigan en una mayor inseguridad [alimenticia] y desnutrición».
Los diplomáticos esperan que el grano pueda empezar a exportarse a mediados de agosto. Según el ministro de Defensa ruso, el acuerdo podría aplicarse ya «en los próximos días».
Esperanza
En el terreno sin embargo, algunos agricultores temen que la situación no cambie.
Mykola Zaveruja, un agricultor ucraniano que tiene cerca de 13.000 toneladas de granos por exportar en la zona de Mykolaiv, dijo a la AFP que el pacto le da «esperanza», pero que «no se puede creer lo que dicen los rusos».
El avance de la diplomacia no acarreó sin embargo un alto al fuego. En el terreno, las fuerzas rusas mantienen su ofensiva en la región de Donetsk, en el este.
Al menos cinco personas murieron y diez fueron heridas en esta zona en las últimas 24 horas, según la presidencia ucraniana.
«Aquí nadie nos necesita, no queda nadie, los responsables se han ido, debemos arreglárnoslas para seguir vivos», lamentó Lyudmila, de 64 años, en Chasiv Yar. Más de 45 personas murieron en esta localidad el pasado 10 de julio tras un ataque.
Rusia aseguró esta semana que los objetivos de Moscú ya no se limitaban al este de Ucrania. Tras fracasar en tomar la capital, Kiev, a inicios de la invasión, Rusia reorientó su ofensiva sobre el Donbás, controlada parcialmente por separatistas prorrusos desde 2014.