Cacería de emigrantes en la COL

Eudolina, nombre ficticio para resguardar la identidad de la víctima. Reside en el cuarto piso de un conjunto residencial, en la parroquia Ambrosio, en el norte del municipio Cabimas, de  la Costa Oriental del Lago.  Estuvo seis meses en el extranjero. Evitó subir fotos de su estadía en tierras lejanas. Su familia evadió informar al círculo de amistad que la joven trabajaba fuera del país. Pese  a las precauciones, una semana después de su regreso se convirtió en blanco de la delincuencia organizada en la localidad.

Cuatro hombres, en edades comprendidas entre 20 y 35 años, interrumpieron el sueño de la familia de Eudolina. Su apartamento lo comparte con sus padres y su hijo, de ocho años. Los delincuentes buscaron la forma de llegar hasta el inmueble, sin levantar sospecha en el resto del condominio.  Encendieron la luz  y advirtieron que se trataba de un atraco.

Sin titubeo pidieron los dólares y les dijeron que “si gritaban les iría peor, que era preferible que colaboraran”. La joven, de 28 años, no sabía qué hacer ante la presencia de los asaltantes, mientras que  el nerviosismo se apoderó del resto de su familia. A todos los llevaron a la misma habitación. Uno de los hombres los vigilaba. El resto revisaban.

En cuestiones de segundos, los atracadores habían inspeccionado las tres habitaciones y  cada rincón del apartamento. En tres maletas introdujeron lo de valor, mientras que Eudolina no opuso resistencia y entregó los billetes  de moneda extranjera que tenía en su poder. Eran producto del esfuerzo de seis meses de trabajo como mesera en una pizzería.

“Todo resulta difícil. Abandonar a tu familia para buscar dinero que te  permita sobrevivir en el país y que te arrebaten lo que probablemente te aseguraría alimentarte por unos meses. Con el robo no sólo me quitaron lo que me gané con 12 horas de trabajo diario, sino que también recordé cuántas lágrimas derramé porque mi hijo estaba lejos de mi protección”.

La historia de Eudolina se repite una y otra vez en Santa Rita. Una vecina del sector El Mene aseguró que quienes deciden retornar deben hacerlo “calladitos”. “Aquí no tardan en cobrarte una vacuna si las bandas se enteran que tuviste una larga temporada trabajando  en el exterior y decidiste regresar por algún motivo. Cada vez es más común enterarte de quienes fueron extorsionados por la misma razón. Vamos de mal en peor porque en Santa Rita no puedes ni pintar la fachada de tu casa porque de inmediato te conviertes en víctima del hampa”. 

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