El largo escape de una madre secuestradora

En El Cardón, en la zona norte de la isla de Margarita, consiguieron el escondite perfecto Carla Romina Pipaón y su novio, Facundo Ramírez. Ella había sacado de Argentina, sin autorización del padre, a las dos hijas en común: Abril y Julieta. Cayeron presos en Nueva Esparta. 

La denuncia de secuestro se volvió la ‘telenovela’ de moda por la disputa pública —vía redes sociales— entre Pipaón y su exesposo, Lucio Tomasella. “Saldré de inmediato a Caracas para reclamar a mis hijas”, dijo Tomasella al enterarse que Interpol logró hallarlas. 

Tomasella, alarmado por la desaparición de sus hijas y su expareja, denunció ante la policía. Podría haber pasado algo malo, pero también ella podría haberse ido, lejos. Fue lo que el tiempo demostró.

La denuncia se consignó ante la policía argentina en Goya, una pequeña población de la provincia de Corrientes, al norte de Argentina. Era el 8 de julio de 2016 y la angustia duró hasta septiembre cuando Carla, vía Facebook, se defendió. 

Calificando a Tomasella de ‘monstruo’, informando que su exesposo es, según ella, enfermo mental: “Sufre de esquizofrenia, igual a su pobre madre”, y revelando detalles de las terapias de pareja recibidas, posteó una foto de ella, Abril y Julieta. “Estamos bien”, se lee en un cartel, con la fecha.

No volvió a establecer contacto. Tomasella siguió con su vida, al menos en apariencia, en Goya, con la vista puesta en volver a ver a Abril y a Julieta. 

Una preocupación tenía Tomasella. “Ramírez tiene registros y una boleta de Interpol por abuso sexual”. Con semejantes antecedentes, era imposible no angustiarse por sus hijas. 

A 4.500 kilómetros, Carla mantuvo su fachada. “Se logró la detención por análisis de documentos y de tecnología”, explicó el director nacional del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Douglas Rico. 

Las comisiones de Interpol,  de Argentina y Venezuela les seguían los pasos. Las niñas pasaron a la custodia del Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente (Cpnna) en el municipio Antolín del Campo, a orillas del Caribe, muy cerca de Playa El Agua. 

“Vive Carla, sé feliz”, le escribió su amiga Cecilia Signorio en Facebook hace casi tres meses, por su cumpleaños. Carla no contestaba. No marcaba ‘Me Gusta’. Pero veía los mensajes de apoyo de muchos conocidos que sabían que no estaba bien con Tomasella. 

 En Argentina no se criticó la separación. Ella, incluso, en su carta pública —su defensa— acusó con lujo de detalles  a Tomasella de abusar sexualmente de su hija menor. “¿Por qué no me denunció antes?”, se preguntó el exesposo, por entonces.

El escándalo se cernió sobre Goya cuando se revelaron los antecedentes del novio: lo buscaban por ese delito. Y con él, huyó a Venezuela, a esconderse. Ahora deberá responder a la justicia.

 Lo que sigue es el procedimiento de extradición que solicitará, como contó el juez de la causa, Guillermo Barri, la Dirección de Asistencia Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores. 

Con asesoría del consulado de Venezuela, Lucio Tomasella recibió asesoría para determinarse  el camino para que, como explicó Barri en coloquial argentino, “las nenas puedan tener contacto lo antes posible con su padre”.

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