Las últimas palabras de Adrián: «Chamo, me dieron, ayúdenme»

Adrián José Duque Bravo “quería irse del país”. Estaba “descontento” con el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Era contador en ejercicio, egresado de la Universidad José Gregorio Hernández. No militaba en ningún partido político. Sí conocía de cuentas, conocía cómo está la situación de Venezuela, por eso, cada vez que podía protestaba para exigir un “cambio”. 

Yumaira Bravo, su madre, le pedía evitar salir de la casa al “único” hijo varón que tenía. “Lo que me respondía él era: ‘Mamá, tenemos que luchar’”, recordó entre lágrimas, desde la morgue donde esperaba la entrega del cadáver del joven, de 23 años, morocho de Adriana, quienes cumplen años el 7 de julio.

El miércoles, en las inmediaciones de las Torres del Saladillo, Adrián recibió un impacto letal en el abdomen. Bravo recuerda que el joven llegó de trabajar, se cambió de ropa y fue a jugar fútbol. Luego marchó a protestar. A las 8.00 de la noche, “unos amigos” notificaron el asesinato del muchacho.  

Adriana, su hermana, “presentía algo”. La estudiante universitaria estaba con el afán de finalizar sus estudios. “Todo estos días la he pasado llorando. Creía que eran los nervios por la tesis, pero no, era esto”, dijo en los Haticos, lugar de residencia de la familia Duque Bravo. 

A Adrián, presuntamente, lo mató una “esfera” disparada de un arma de fabricación “artesanal”. En rueda de prensa desde la Gobernación del Zulia, donde no se permitieron preguntas a los medios de comunicación y no hubo presencia visible de funcionarios del Ministerio Público y Defensoría del Pueblo, el comisario Gervasio Vera, director general de la delegación Zulia del CICPC, mostró “metras” de vidrio y porcelana, y cartuchos percutidos encontrados en el sitio. 

Vera alertó que desde el 2014 esos artefactos aparecen en las protestas de la oposición. Se vinculan a hechos violentos, heridos y víctimas. Mostró una imagen de cartucho cargado con metras. Una fotografía publicada en redes sociales.  

En horas de la mañana de ayer, 10 horas después del asesinato, los agentes de la policía judicial levantaron las pruebas, mientras humeaba la sede de la Defensoría del Pueblo a 200 metros y el edificio del Ministerio de Vivienda, quemados en las manifestaciones. Recogieron cartuchos y midieron las distancias de los cartuchos percutidos.  

La noche del miércoles, los funcionarios pretendieron trasladarse. “Pero no los dejaron pasar a ellos a las Torres. Los guardias no los dejaron”, señala Bravo, acompañada de su hermana Yajaira Bravo, tía de Adrián, quien la consolaba mientras recordaba las últimas palabras del joven contador. «Chamo me dieron, ayúdenme». La familia pidió al presidente Nicolás Maduro que “ya pare esto”.

NOTIZULIA/La Verdad 

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