Maracaibo: Relato de un trabajador atrapado en el “trancazo” de este miércoles

José Castillo, empleado de una entidad bancaria en la calle 77 (bulevar 5 de Julio) de Maracaibo, pidió permiso en su trabajo la mañana de este miércoles 28 de junio para hacer una diligencia en una clínica del norte de la ciudad.

A las 12:30 aproximadamente terminó sus gestiones de salud e intentó tomar rumbo a la oficina. Alertado sobre el llamado de la oposición a un “trancazo” en la ciudad sabía que no sería fácil el camino al trabajo.

 

Aquí su relato:

 

“Salí de la clínica y tomé la avenida Universidad, en la intersección con calle 14 A estaba el primer bloqueo, me devolví hacia el este y en el semáforo de la calle 10 también estaba cerrado, regresé y cruce a la derecha, hacia la zona norte, donde se veía despejado. A tres cuadras estaba bloqueado el paso. Me metí al barrio Las Tarabas pues, pensando en que era una zona popular, quizás no había tanto bloqueo. Nada. Estaba cerrado por todos lados”.

“Ya sin rumbo definido y estresado porque tenía encima la hora de entrar al trabajo comencé a seguir las calles que no estuvieran bloqueadas a ver a dónde me llevaban. Avancé en unos callejones solitarios detrás de la clínica Paraíso, por donde jamás en mi vida había pasado y me alegré un poco porque durante bastante recorrido no había tropezado con barricadas. En esta parte sentí un poco de miedo porque todas esas calles estaban muy solitarias”.

“En algunos sitios la vía presentaba pequeños obstáculos, pero se podía pasar. Desemboqué a la Circunvalación 2, por el sector  La paragua. Miré a la derecha, estaba bloqueado, a la izquierda, barricadas. Ya eran las 2:30 de la tarde. Me resigné a que quizás no podría ir a trabajar. Llamé al jefe y le comuniqué la novedad, me dijo que entendía, pero que intentara llegar”.

“Tratando de ser fiel a mi responsabilidad seguí buscando camino. No había almorzado y ya el hambre estaba haciendo estragos. Como mi carro no tiene equipo de aire acondicionado, el calor de esa hora a pleno sol, me deshidrataba. No quería llegar a ningún parte a comprar agua, solo quería salir de ese laberinto”.

“De la Circunvalación 2 regresé por el mismo rumbo en sentido a 5 de julio tomando otras calles. Hice varios intentos por atravesar la avenida las Delicias, pero fue imposible. En todas sus intersecciones, desde el cruce con circunvalación 2 hasta el Distribuidor Delicias, estaba bloqueado. Me estacioné en la esquina de la calle 70 con Delicias y me acerqué a los Manifestantes. Ya eran las 3:00. Bajé a indagar en medio de la gente que gritaba y quemaba cauchos. Allí supe que en algunas barricadas estaban atracando y que varios testimonios lo ratificaron. Agradecí  a Dios que no me había pasado nada semejante entre tantos callejones que anduve”.

“Que a una señora le quitaron el teléfono, que a otras el dinero, que a un carro le partieron los vidrios. Que bajo el elevado de Ziruma una banda está haciendo atracos a todo el carro que pase. Eran los relatos que se escuchaban. Me regresé al carro, agarré mi vianda y me dispuse a almorzar. La comida estaba fría y no había donde comprar agua. Comí muy despacito para que los alimentos pasaran sin líquido”.

“A las 4:00 pm, en ese sitio,  los manifestantes comenzaron a dispersarse sin retirar las barricadas. Arranqué a buscar una salida suponiendo que ya el ‘trancazo’ había finalizado. Casi todo estaba igual, sin embargo, en otros lugares habían despejado. Pude atravesar Delicias y tomé rumbo a la zona oeste. Ya había llamado al trabajo para comunicar que no iría”.

“Alguna vías ya estaban despejadas y se veía a algunas personas retirando los obstáculos mientras en otras esquinas la situación se mantenía. En muchas ocasiones tuve que regresarme. Salí nuevamente a Delicias y me llamó la atención la gran cantidad de gente que caminaba porque no había transporte público. Muchos pedía la cola”.

“Así, entre retornar y continuar salí a la avenida La Limpia. Fue impresionante ver el río humano que caminaba en sentido a la Curva de Molina. Mujeres, hombres niños y ancianos llenaban las aceras de lado y lado de la vía. A muchos se les veía jadeante, agotados. Algunos se detenían a hacer señas a los pocos autos que pasaban para  ‘pedir la cola’. Nadie se detenía”.

“Los escombros en la vía eran impresionantes, las avenidas parecían una zona de guerra. Había que hacer zigzag para evitar vidrios y latas que podían dañar los cauchos. Ninguna calle se salvó del ‘tranzcazo’. A las 6:30 estaba a mi casa, a la misma hora que llego cuando regreso del trabajo, pero más cansado y angustiado que de costumbre”.

 

NOTIZULIA / Panorama 

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