El domingo en la noche dos hombres ingresaron a la vivienda de Leomar Enrique Saavedra, de 37 años, y lo sometieron junto a su esposa e hija de 15 años. El hombre murió el jueves tras ser acribillado.
La mujer y la adolescente, quienes vivieron minutos de terror, contaron a sus familiares que los homicidas ingresaron a su residencia, ubicada en la avenida 41 del sector Tía Juana, parroquia Manuel Manrique del municipio Simón Bolívar, a las 8:40 de la noche. A ambas, las dejaron en una habitación del inmueble.
A Saavedra le exigieron que los acompañara al patio. Las dolientes solo recuerdan los estruendos de múltiples detonaciones.
Cuando salieron el cuerpo del obrero estaba tumbado sobre el piso. Presentó ocho heridas por arma de fuego. En seguida lo trasladaron a un centro de asistencia médico cercano, de donde lo remitieron hasta el Hospital Universitario de Maracaibo (HUM). Allí falleció el jueves a las 10:30 de la noche.
Hoy en horas de la mañana en el frente de la morgue de LUZ se encontraba la hermana del infortunado, Magly Piña, quien declaró que el cadáver del hombre estuvo retenido en el servicio forense del HUM porque se habría confundido junto a otros cuerpos.
El móvil del crimen es un misterio. Magly aseguró que su hermano no tenía problemas con nadie, por lo que presumió que lo confundieron con otro persona: “A él le decían ‘Papi’ y los delincuentes llegaron preguntando por ese apodo”, justificó.
Saavedra se dedicaba a la elaboración de pozos de agua artesanales y dejó huérfanos a siete menores de edad.
NOTIZULIA / Nota de Prensa
