Rafael E. Fernández
El caos y la desesperación se apoderaron este jueves, 11 de mayo, en la frontera norte de México, exactamente en la ciudad de Matamoros, en el estado de Tamaulipas, donde centenares de migrantes de diferentes nacionalidades, en su mayoría venezolanos y centroamericanos, intentan cruzar masivamente a Estados Unidos a solo pocas horas de que llegue a su fin el Título 42.
Para lograr ese objetivo, los migrantes aplican diferentes tácticas como, por ejemplo, armar estampidas humanas para vulnerar el cerco de seguridad o, lo que es peor, arrojarse al río Bravo, que divide a México y Estados Unidos, poniendo en peligro su integridad física y sus propias vidas.
Incluso, algunos realizan esta acción con niños en sus brazos, lo que hace aún más riesgosa esta práctica. El Título 42, una norma sanitaria que entró en vigor en 2020, durante el gobierno del expresidente Donald Trump y en plena pandemia del COVID-19, permite las expulsiones inmediatas de migrantes en la frontera.
De acuerdo con la información que comparte la agencia EFE, los migrantes se lanzan a las aguas del río Bravo para llegar al suelo estadounidense. A pesar de que algunos no tuvieron suerte y fueron retornados por ese mismo caudal hacia México, otros sí lograron pasar, principalmente porque llevaban consigo a menores de edad.
En las últimas 24 horas, grupos de migrantes, venezolanos en su mayoría, se han internado en el río que divide ambos países y, aunque las autoridades han intentado inhibir la acción, se continúan filtrando familias a lo largo del río.
Esto ocurre ante la incertidumbre que ha traído la entrada en vigor del Título 8, que implica “expulsiones rápidas y masivas de los ciudadanos migrantes que incumplan la normativa estadounidense” de ingreso a ese país.