Hoy es Jueves Santo y una familia se desgarra de dolor en un punto de esta enorme ciudad occidental. Lágrimas, una inmensa tristeza, un profundo dolor y una enorme impotencia invaden a doña Judith Sanjuan y al resto de la familia de la bella e inocente María Gracia Reyes (18), la última víctima del monstruo árabe Metid Salim Yousra. ¿Habrá espacio para el perdón? eso manda la Ley Divina, pero ante un hecho tan abominable y repulsivo, seguramente no, no existe espacio para el perdón. La familia de «María Sonrisa» jamás lo perdonará y muchos quienes de una manera u otra se conectaron con este caso tampoco. Es tiempo de conocer un poco sobre la historia muy triste -por demás- de un hombre que pasó de huérfano a asesino. Trabajo de investigación realizado por el colega periodista del portal Noticia al Día, Ángel Romero, cuya autoría íntegra de esta nota presentamos a continuación.
«Todo criminal, por lo general, tiene un pasado oscuro, tenebroso, lleno de ira, rabia y resentimiento. La historia de Metid Salim Yousra, de 50 años, el hombre señalado de asesinar a la joven María Gracia Reyes, de 18, es impactante. Su niñez estuvo marcada por la violencia, situación que lo marcó para el resto de su vida.
Una persona allegada a este sujeto, comentó en exclusiva a Noticia al Día, que Metid sufrió la pérdida de sus padres a muy temprana edad. Tenía apenas 9 años cuando quedó huérfano a consecuencia de la guerra que se desató en su país natal, Siria. Sus padres fueron asesinados durante esa ola de violencia.
A pesar de esas vicisitudes, Metid de alguna manera encontró su felicidad. Fue adoptado por una pareja Siria, que a los pocos años emigraron a causa de esa misma guerra que los azotaba. Buscaron un buen futuro en un país alejado de tanta violencia, y escogieron Venezuela, un pequeño país pujante que recibía a los desplazados y emigrantes con los brazos abiertos.
Fue Mene Grande, una tierra promisoria y petrolera ubicada en el municipio Rafael María Baralt, de la Costa Oriental del Lago, la ciudad que acogió a esa familia, una pareja de esposos y su hijo adoptivo, Metid Salim. Este hogar siempre mantuvo sus raíces, y así criaron a este hombre, bajo sus creencias.
Metid estuvo rodeado de la colonia árabe que reside en Venezuela, asentada en Maracaibo, que con el pasar de los años fue creciendo, y por ello llegó a contraer matrimonio con una mujer oriunda de Siria, con la que vivió por más de quince años y con la cual tuvo cuatro hijos, tres hembras y un varón.
La violencia que vivió en su niñez siempre le afectó a Metid, al punto que llegó a convertirse en un hombre agresivo, egocéntrico, vanidoso, y astuto para el engaño. Durante su crianza siempre dijo lo que sería, un hombre observador de las mujeres. Solía “bucear” y “piropear” jovencitas en las calles de la ciudad, aunque con esto no ocultaba su verdadero rostro, el de un hombre manipulador y violento en el hogar. Acostumbraba a golpear a su esposa. La maltrataba física y verbalmente, hasta que hace unos 12 años ella lo abandonó junto a sus cuatro hijos y se regresó a Siria.
Ese calvario que traía en su mente lo traspasó a sus hijos. Metid pasó de ser un padre cariñoso a un hombre violento y agresivo. Solía abandonarlos en su casa, en Ciudad Ojeda, durante días, hasta que vecinos interpusieron una denuncia y esos muchachos fueron entregados a una casa hogar.
Fueron etapas duras y crudas para este sujeto, quien nunca desaprovechaba una oportunidad para tratar de estafar y embaucar a quien pudiera. Su facilidad de habla, desenvolvimiento y expresión corporal, lo hacían un hombre tan seguro de sí mismo, que convencía a cualquiera de lo que quisiera. Así logró estafar a muchas personas, entre ellas a sus “paisanos”, quienes lo catalogaron como un mal ejemplo para su sociedad.
Trató de reconstruir su vida
Metid creyó haber encontrado nuevamente el amor tras el abandono de su esposa y se unió en una relación de concubinato con una mujer en el municipio San Francisco. Su nueva pareja tenía dos hijos ya adultos, quienes nunca dieron el visto bueno a esa relación, y a la larga no se equivocaron.
Este hombre, quien hoy es el más repudiado en la sociedad zuliana, trató de surgir junto a su nueva pareja, quien tenía un pequeño taller de corte y costura. Entre los dos trabajaron y Metid, con deseos de superación, alquiló un local cerca del zoológico de San Francisco, a la entrada del barrio Milagro Sur.
En ese local vendía comida, chucherías, y otros productos. Sin embargo, todo lo que había logrado con su nueva pareja lo perdió por su descontrol. Esos “buceos” que les realizaba a las jóvenes y mujeres le pasaron factura.
Una tarde, del año 2012, Metid cometió su primer delito que lo llevó a pagar cárcel en el antiguo Centro de Arrestos y Prevenciones Delictivas El Marite. Abusó sexualmente de una joven, aunque en su defensa siempre alegó que fue sexo consensuado y que le pagó a esa muchacha por sus “servicios”.
La fiscalía lo acusó por violencia sexual y pagó un año de cárcel, y salió en el 2013. Durante ese tiempo la pareja con la cual mantenía la relación lo acompañó, pero poco a poco fue desentendiéndose hasta abandonarlo.
Moldeó a su hijo
Al salir del retén Metid siguió con sus andanzas. Continuaba embaucando a las personas, no tenía un trabajo fijo, trataba de seducir a jovencitas, en fin, una serie de actividades que para él eran normales, pero ante la sociedad se convertían en delitos.
Salim se mudó a la Costa Oriental del Lago. Ciudad Ojeda, Baralt, Cabimas y Maracaibo, fueron los cuatro municipios donde operó, pero mayormente lo hacía en Ciudad Ojeda, lugar donde se encuentran sus hijos en la casa hogar. Sin embargo también residía en Maracaibo. Trató de aparentar lo que no era, y en algunas ocasiones lo logró. Vestía bien, fio un Century, cambiaba de residencia continuamente para despistar a las personas que les debía dinero. Así fue él y así quiso que fuera su hijo Hachem Salim.
Este joven, quien cumplió los 18 años en febrero de 2017, salió de la casa hogar y se mudó junto a su padre, quien para ese entonces residía en un taller mecánico en Delicias, cerca de la Universidad Dr. José Gregorio Hernández.
Fue para esa época que conoció a su última víctima, la joven María Gracia Reyes Sanjuan, de 18 años, quizá la más inocente de sus presas, una niña que su familia describió como literalmente virgen y extremadamente tímida y recatada. Era estudiante de Artes Plásticas en La Universidad del Zulia. Con su “labia” y astucia logró embaucarla en lo que sería un trabajo para ella, pero a la final era una fachada para sus planes macabros.
Así quería que fuera Hachem, un hombre embaucador, tramposo, seductor y abusador con las mujeres, y por eso estaba en formación. Ambos vieron en María Gracia a la mujer perfecta para iniciar sus planes, establecer un harem de jóvenes vírgenes para subastarlas entre sus árabes conocidos.
Acabó con su inocencia
El pasado 01 de marzo Metid llevó a cabo su plan. Quería iniciar su harem y terminó convirtiéndose en un asesino. Junto a su hijo estrangularon a María Gracia, la violaron y posteriormente la enterraron en una fosa de un metro de profundidad en el patio de la vivienda donde estaban residenciados, en el barrio San Sebastián.
La joven estudiante fue enterrada atada de manos y pies con un cable de teléfono. Este martes en horas del mediodía terminó la amarga espera para la familia de esta muchacha, quienes esperaban encontrarla con vida, pero las pesquisas desplegadas por los efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), determinaron la ubicación del cuerpo.
Durante los 27 días de la desaparición de María Gracia se hicieron muchas conjeturas sobre su paradero. Algunos decían que Metid se la había llevado a la fuerza para introducirla en una secta; otros creían que la joven se había enamorado de su hijo y había huido junto a él, pero lo cierto es que fue asesinada, se presume, el mismo día de su desaparición, en horas de la noche.
Metid terminó como nadie se lo esperaba. Cayó muerto al enfrentarse al Cicpc junto a su hijo Hachem en el sector Los Estanques, una hora antes del hallazgo del cadáver de María. Todos esperaban que pagara cárcel por este delito, pero escogió la ruta del débil».
Al unísono, mucha gente se lamenta que los dos monstruos árabes hayan muerto sin recibir un poco de lo que hicieron, pero con toda seguridad para la familia de María es mejor que haya ocurrido así. Con la justicia tan podrida en este país, no es descabellado pensar que así como en 2012 pagó condena de un año y fue liberado, así mismo ocurriera en esta oportunidad y de una manera u otra pudiese salir a seguir devorando niñas inocentes. Antes de María Gracia tal vez muchas, después de María Gracia ni una sola más. Seguro estoy que al colega Ángel Romero, autor de esta investigación le habrá costado mucho trabajo apartar sentimientos para centrarse en una investigación periodística como esta, es nuestro sagrado deber como profesionales de la comunicación ahondar en estos detalles, aun cuando algunas cosas de verdad cuesten mucho hacerlas, es necesario.
NOTIZULIA / Introducción y conclusión: Ernesto Ríos Blanco / Investigación y Redacción Ángel Romero / Noticia al Día