La vida ¿qué es la vida? del latín vita, se caracteriza de estar relacionado con la existencia de un ser humano, como también la fuerza o actividad interna sustancial por medio del cual obra el ser que la posee. La vida es el tiempo o período de duración que tiene el ser humano desde que nace hasta que muere y podría no alcanzar caracteres para conceptualizarla aún más.
Más allá del concepto meramente preciso de la vida, está lo que ella involucra que es vivir: dormir, despertar, andar, comer, vestir, aprender, conocer, luchar, fracasar, triunfar, equivocarse, volverse a levantar, sufrir, sentir, amar, llorar, reír, gozar, bailar, orar, leer, pintar, cantar, soñar, jugar, vivir, eso es vida, vivir como una obra de arte, tratando de hacer tu parte y María Gracia Reyes Sanjuan lo hacía como cualquier chica de 18 años llena de sueños, de expectativas, de metas, de propósitos.
Todos la describen como una niña alegre, con convicciones, plena en valores y virtudes, con sus defectos –quién no los tiene- su carácter, su sonrisa que deslumbraba, su musa inspiradora, su arte, sus anhelos, frustraciones y logros. Buena hija, buena hermana, mejor amiga, gran compañera, gran estudiante, amante de la vida, de las cosas sencillas y del arte, con una mirada cautivadora y con la profundidad con la cual un artista puede ver más allá de lo visible, esa era María Gracia, parece que iluminaba cada lugar que pisaba, dicen quienes tuvieron el privilegio de compartir con ella en su cortísima vida.
Tímida, así la describen, inocente, callada, pero al mismo tiempo se hacía notar, era bromista y siempre sonreía. Uno de sus amigos la bautizó «María Sonrisa» vaya que suena hermoso y habla tanto de ella. Sana, muy sana, respetuosa, encaminada hacia el logro de sus propósitos, pensando en ayudar en su humilde hogar a su madre, a su padre. Estudiante enfocada y dada casi que en exceso a su hogar, una niña grande así era ella, muy recatada, muy prudente.
Quienes creen en la existencia de Dios se preguntan ¿Por qué pasan cosas como estas? ¿Es que Dios lo permite? habría que preguntarle a Dios y saber por qué inocentes criaturas tienen que ir a parar a manos de estos monstruos.
El bien y el mal, la eterna lucha. Para los creyentes, el bien es Dios y la Ley Divina, el mal es el demonio, Satanás y sus deidades falsas. Pero en términos prácticos, digamos en el reino de la tierra y de los hombres, es la inocencia versus la monstruosidad, la barbarie humana, la descomposición mental y espiritual, es el infierno en la tierra.
Y es el precio que pagan muchas niñas por ser bonitas. María Gracia no era una despampanante y voluptuosa mujer que andaba exhibiendo su físico. Por el contrario, la belleza de María Gracia era natural, era hermosa –porque lo era- sin usar un solo bisturí en su cuerpo, sin aquel vestir sensual para exhibir sus dotes atractivos como para que los hombres se la coman con la vista. Sencilla, con su larga y brillante cabellera. Sus ojos penetrantes y profundos, dibujaba una hermosa sonrisa en su rostro y se le marcaban los hoyitos en sus mejillas, así la recuerdan sus amigos que hoy con infinita tristeza la lloran y la extrañan.
María tenía una piel que ni muy canela ni muy blanca, exótica y tropical como la piel de muchas de nuestras mujeres latinas y de bonita silueta. Vestía casual, como cualquier chica decente, no andaba mostrándose, simplemente no hacía falta y no era parte de ella de su esencia, derrochaba belleza en su autenticidad, sencillez e inocencia y eso despertó en su retorcido y macabro atacante un agudo interés.
Más que de dominio público son los detalles de lo que ocurrió y no es éste el momento de ahondar en ello, pero por como fue descrita María Gracia por su madre, su padre, sus hermanas, su hermano, sus amigos, sus profesores, compañeros de clase, vecinos, María Gracia jamás se prestaría para las suciedades que su verdugo tenía pensado para ella. Luchó, de seguro que luchó con todas sus fuerzas, pero no sobrevivió, era demasiada monstruosidad para tan cándida inocencia.
No se dejó, dijo que no y por eso la ultrajaron, la profanaron, porque sus familiares aseguran que era literalmente una virgen, pero se equivocaron con ella y gracias a ella y a su lucha, hoy estos dos aberrados se han de consumir en las profundas catacumbas del infierno y jamás otra inocente será su víctima y eso la convierte en mártir, María Gracia, la joven mártir que fue capaz de acabar con las mentes macabras y abominables de esas dos basuras que le arrancaron su vida, porque la inocencia al final es premiada, recompensada. María murió, sí, ustedes la mataron, pero la vida de ustedes también acabó, con la diferencia de que ella descansará en paz y volará con sus alas de ángel puro, mientras que ustedes, sus verdugos, hervirán en la más candente paila infernal y sus almas jamás tendrán sosiego en ningún plano de la existencia.
A sus padres, hermanos, amigos y familiares nuestras sinceras palabras de condolencias. Queda ahora orar mucho a Dios porque María Gracia, hoy convertida en un hermoso ángel, siga iluminando con su recuerdo y su testimonio de vida a cuantos la conocieron y la llevarán por siempre jamás en sus hoy acontecidos corazones.
Moraleja
La muerte de María Gracia no fue una muerte en vano. Cayeron sus verdugos, su muerte significó también el fin para ellos ¡Enhorabuena! Pero menos en vano será el sacrificio que sin proponérselo afrontó María Gracia si todas las damitas, jovencitas asumen esta enseñanza para valorar sus vidas.
Este periodista que hoy escribe esta nota, que no es una nota de prensa común, que no responde a un ¿qué, cómo, cuándo, dónde y por qué? Sino que es un tributo a la vida sobre la muerte, no conoció de trato a María Gracia, basa los conceptos emitidos hacia ella por testimonios de su entorno social y familiar. Y si María Gracia se equivocó y si tras este hecho hay secretos –si los hubiere y una corazonada me asegura que no- no es del interés del periodista que escribe esta nota ahondar en ellos ni mucho menos pretender que alguno fuese causal que justifique tamaña abominación. Esta nota es un clamor por la vida injustamente arrebatada y en todo el sufrimiento, el verdadero infierno en la tierra que padeció esta niña quizá ese mismo día 1 de marzo cuando su alegría y su presencia iluminó por última vez los rincones de su casa y los pasillos de su universidad y en consecuencia el sufrimiento de su familia en estos 27 días infernales, en eso se fundamenta esta expresión de quien suscribe y que reúne congoja, pesar, impotencia, indignación, rabia, mucha tristeza, pero un fresquito, un fresquito…
Lo que le pasó a María Gracia fue injusto, totalmente injusto, pero sirva de testimonio para que nadie, ninguna otra María Gracia de este mundo –porque estamos llenos de María Gracias- vuelva a caer en manos de estos lobos con piel de oveja. No hagan caso de nadie que por muy serio, señorial y responsable presuma y trate con labia de convencerlas para ir con él a equis sitio.
Los monstruos Salim Yousra cayeron, pero en este mundo contaminado siguen vivos y haciendo daño más monstruos como Salim y así como el mundo está lleno de María Gracias, también está lleno de Salims, cuídense de estos degenerados, no hablen con extraños, no intercambien teléfonos con extraños, no hagan citas ni confíen en las promesas de extraños y mucho menos acudan a un lugar equis a verse solas con extraños, honren la vida de María Gracia cuidando al extremo las vidas de ustedes, niñas y jóvenes mujeres que apenas empiezan a vivir.
Este pequeño gran portal de noticias siguió con mucha atención el caso de María Gracia Reyes Sanjuan, estuvo al pendiente del desarrollo de los acontecimientos. Fueron 27 días de angustias que hasta las primeras horas de esta mañana se albergara la esperanza de la vida, pero la vida de una inocente fue arrancada y afortunadamente sus verdugos también perdieron la suya, porque la justicia, aun cuando los seres humanos traten de embarrarla y contaminarla es pura, cristalina, limpia y firme como lo fue María Gracia y como lo seguirá siendo María Gracia ahora en otros planos de la existencia.
Dios, recibe a María Gracia Reyes Sanjuan en tu regazo y da fortaleza, sosiego y serenidad a sus familiares, amigos y compañeros.
NOTIZULIA / Ernesto Ríos Blanco