Una abominación, tras otra. Quien crea que el fin del mundo es como lo pinta la película 2012 está muy lejos de la verdad, el fin del mundo ya está transcurriendo y lo pinta en un lienzo un desquiciado caníbal con la sangre y cenizas de su propia víctima. Esta es la escalofriante historia del nuevo comegente venezolano, Adéntrate.
Cuando todavía no terminamos de digerir la monstruosidad ocurrida en Maracaibo con la estudiante de LUZ María Reyes, violada, estrangulada, apuñalada y enterrada en la jardinera de una casa, ahora resulta que sale a la palestra un nuevo caníbal con la marca del diablo en el alma, ejecutando las más inimaginables aberraciones que puedan existir. Sí, conoce al “Artista Antropófago” y como su siniestro crimen terminó en un lienzo con pinturas macabras.
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Clickea en la imagen para que vayas al Instagram del comisario Douglas Rico y observes los cuadros pintados con la sangre de la víctima y todo el entorno siniestro donde se desenvolvía este demonio, incluyendo huesos humanos en los alrededores
El pasado jueves, es decir hace dos días, Luis Alfredo González Hernández fue detenido por la Unidad de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) nada menos que por matar y devorarse –comerse literalmente- parte del cuerpo de un hombre en la localidad mirandina de Barlobento a pocos kilómetros de Caracas.
Los detectives apodaron al criminal como el “Artista Antropófago” porque, Luis Alfredo, no solo se comió a su víctima, sino que osó pintar “obras de arte” es decir cuadros con la sangre y cenizas de este hombre que había sido reportado desaparecido hace días.
Para morirse pues
De primera mano el jefe del CICPC, comisario Douglas Rico, explicó que González, un moreno desgreñado con ojos desorbitados, no solo admitió haber cometido el crimen contra un hombre propietario de una finca y quien resultó ser su pareja, sino que el hecho de haberse comido parte de su cuerpo y pintar en su lienzo con su sangre y cenizas había sido parte de un petitorio de la propia víctima.
En la finca de la víctima, en la calurosa localidad de Barlovento, se han hallado restos óseos, documentos pertenecientes a personas ajenas a la propiedad y otras pinturas.
Rico ha informado que se está investigando si estos papeles coinciden con la identidad de ciudadanos reportados como desaparecidos en Venezuela. La policía científica también practicará exámenes de antropología forense a las “obras de arte” halladas en el sitio. No se descarta que se trate de un asesino en serie.
Detalles que paran los pelos
Conforme avanzan las investigaciones, la Unidad de Homicidios de la policía científica encontró elementos que dan un giro al caso. La primera versión –ofrecida por el propio caníbal- de que su víctima le contrató para que el mismo (Luis Alfredo) le diera muerte, se lo comiera por partes y pintara en su lienzo con su sangre, queda descartada al cambiar el móvil a pasional.
Resulta que el dueño de la finca, identificado como Lissandro Rosales García, era pareja sentimental del caníbal.
Del mismo modo, los investigadores descubrieron que una fuerte discusión entre esta pareja habría sido el detonante del ataque perpetrado por González hacia Rosales.
La policía no está conforme con lo poco que el nuevo comegente venezolano les confesó. De por sí, descubrieron que su versión fue falsa y que posiblemente más allá de este crimen pueda haber perpetrado otros asesinatos bajo la aborrecible modalidad.
El comegente de Barlovento fue ubicado tras varias denuncias sobre personas desaparecidas. Varios funcionarios se trasladaron a la localidad y en un rancho ubicado en la finca de la víctima, hallaron algunos de sus restos, también varios cuadros, que serán estudiados minuciosamente.
El arresto del caníbal evoca a otro ocurrido en el Estado fronterizo de Táchira, en 1999. Se trata de Dorancel Vargas Gómez, un mendigo desquiciado que asesinó y se comió los restos de, al menos, 10 hombres. Hasta su apariencia física es semejante a la de González. Es una escalofriante historia que se repite 19 años después.
NOTIZULIA / Con información de El País