La autopsia realizada a Chirly Andreína Báez Oliveros —la joven de 25 años que se suicidó el martes 18 de julio lanzándose del octavo piso del Hospital Universitario de Maracaibo— fue concluyente. “No tenía ninguna enfermedad terminal ni otro motivo para visitar el hospital. Tenía dibujada en un brazo una ballena y sus ojos y uñas estaban pintados de azul”, dijo ayer una fuente del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Estos dos elementos hacen presumir a los detectives del Cicpc que el suicidio de la periodista fue el reto final del macabro juego La Ballena Azul.
La alegría era un elemento preponderante en la vida de Chirly. Familiares, vecinos, amigos en la redes sociales… Todos coincidieron en lo feliz que se mostraba la periodista.
El padre de la joven, Carlos Báez, narró que la menor de sus hijas “era muy alegre. Tenía muchos amigos y su relación con la familia era muy buena”, comentó, agobiado por el dolor.
Un primo de Chirly, quien prefirió no identificarse, dijo que la joven había eliminado sus cuentas de las redes sociales Instagram y Facebook recientemente. “Nunca nos dijo por qué las borró, nos pareció algo extraño, pero se lo respetamos”, dijo. Una amiga apuntó: “La última foto, la subió el domingo”.
Chirly vivía con su mamá en el barrio Panamericano, al oeste de Maracaibo.
Carlos y la mamá de Chirly están separados hace 10 años, pero se comunicaban frecuentemente.
“Yo la visitaba dos veces por semana. El sábado almorcé con ella y fue la última vez que la vi. Ella y su hermana Carla (que vive en España) son todo para mí. No entendemos qué pasó”, contó.
Chirly consideraba la posibilidad de irse al exterior, a vivir con su hermana. “Quería mucho a sus primos y a su sobrina”, agregó el papá.
La periodista egresó de LUZ en 2013. “Para todos fue un tobo de agua fría esa noticia. Chirly era la que echaba un chiste siempre, la que rompía el hielo”, agregó una excompañera.
La familia decidió no velarla. El sepelio se realizó, ayer a mediodía en el cementerio San Sebastián. Solo hubo dolor en la despedida.
Además de la ballena dibujada en su cuerpo, empleados de seguridad del HUM dijeron que en su cartera “tenía notas escritas con diversas maneras de morir”. Ese fue el primer indicio que manejó el Cicpc sobre la posibilidad del mortal juego de retos.
El de Chirly es el segundo caso letal que se registra en el país. En Miranda, un hombre mató a su madre y a sus dos hermanitos, en julio. Su pareja, de 17 años, cumplía los retos del macabro juego.