Le des guraron el rostro. Carlos Antonio Ríos, de 18 años, recibió un disparo de escopeta en el ojo derecho, ayer a las 8:30 de la mañana, en el barrio Pinto Salinas, parroquia Venancio Pulgar. Su cuerpo quedó tendido boca arriba sobre la trilla. Una hora permaneció solitario. Nadie lo auxilió. Conocidos fueron hasta el barrio 12 de Marzo II, donde vivía la víctima, y avisaron a sus hermanas lo ocurrido. “A su hermano lo mataron”.
Las jóvenes, al recibir la noticia, cargaron a sus hijos en brazos y corrieron al sitio donde se encontraba su pariente desangrado. Dolidas por la pérdida preguntaban a los vecinos qué habíaocurrido o si sabían algo, pero nadie vio nada. Solo un grupo de personas murmuró que a “El Cochinito”, como lo apodaban sus allegados “cariñosamente”, lo estaban correteando unos hombres. Al llegar a Pinto Salinas, lo alcanzaron y le dispararon, justo entre su ojo derecho y el tabique.
La perforación del proyectil fue tal que el globo ocular se le reventó. Todo su rostro estabasalpicado de sangre, que además destilaba por la boca y caía sobre la arena amarillenta que de a poco la absorbía. La cabeza quedó recostada sobre un área llena de maleza que ocultaba un hormiguero. Una de las hermanas de Carlos movió el cadáver para evitar el ataque de los insectos.
Averiguaciones A las 10:00 a. m., llegó la comisión del Cuerpo de Investigaciones Cientícas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Seis detectives del Eje de Homicidios rodearon el cuerpo que cubrieron con una sábana desgastada, celeste y comenzaron a hacer sus experticias. Minuciosamente escudriñaron alrededor del cuerpo buscando el proyectil que liquidó al joven, pero no lo encontraron. Los sabuesos se percataron de que la posición en la que hallaron el cadáver no era la correcta. Modificaron la escena del suceso.
Una hermana replicó y admitió que había sido ella, justificando que a su hermano se lo estaban comiendo las hormigas. “Sé que ya no siente nada, pero igual me duele verlo allí tirado y aparte cubierto de hormigas como un perro”.
La joven pre rió no identificarse y aseguró en voz baja: “No voy a soltar la sopa”. La última vez que vio a Ríos con vida fue el pasado sábado a las 9:30 de la noche, explicó. Ana María Ríos, intrigada, contó que su sobrino era tranquilo, y trabajaba vendiendo verduras para poder costear el nacimiento de su primer hijo. “No sé si tenía deudas”.
La franelilla blanca que vestía “El Cochinito” estaba percudida al igual que el short estampado de tonos morados y fucsias que lucía el verdulero. Sus gomas negras estaban empolvadas, al igual que su tez blanca marcada por múltiples tatuajes en forma de estrella y escritos. A unas cuadras del lugar donde lo ejecutaron, los parientes encontraron la chemise blanca con rayas verdes que la noche anterior cargaba sobre uno de sus hombros.
“Carlos acostumbraba andar en franelilla y la franela en los hombros”. Presumen que en el correteo se le cayó. El móvil del hecho para los sabuesos es la venganza. El cadáver lo trasladaron hasta la morgue de Maracaibo; mientras que al padre del fallecido también conocido como “El Cochino” se lo llevaron hasta la delegación para que rindiera declaraciones del caso.
NOTIZULIA / Versión Final