Los bosques urbanos oxigenarían Maracaibo

Los terrenos están baldíos, áridos y sin la presencia de personas o animales que les den brillo. Los arboles están ausentes, igual que la vida y una Maracaibo diferente. El sol resplandece y la tierra de sol amada se estremece, mientras que el calor y la pérdida de espacios para la diversión “conmueve”. 

Los bosques urbanos, son un concepto de paisajismo que valoriza las especies endémicas y son una estrategia de educación ambiental orientada a la disminución de desperdicios orgánicos y producción de basura doméstica y local, brindando adiestramiento para las acciones de reutilización y reciclaje. Estos, pueden convertirse en puntos reconocidos de la comunidad, dándole una nueva identidad y alentando practicas alternativas de convivencia y esparcimiento natural.  

Los árboles son vitales para absorber Co2 y descontaminar el aire que se respira, son el hogar y les brindan comidas a cientos de seres vivos. Protegen de la lluvia, el sol, el viento y hacen que la ciudad sea más fresca y se viva mejor. Resguardan el suelo evitando su desgaste y erosión, retienen agua de lluvia permitiendo que se filtre a los acuíferos evitando sequias e inundaciones y reduce los efectos del calentamiento global.

Ciudad con otra cara 

Los beneficios de estos proyectos que buscan mitigar la contaminación son “descartados” por las autoridades nacionales, regionales y locales que permanecen silentes ante los problemas que vive la metrópolis. Gustavo Carrasquel, ambientalista zuliano, explica que en Maracaibo, no existen bosques urbanos pese a intentos de desarrollarlos por ONG y la plantación de apamates, cujíes, pinos caribes, entre otras especies. 

En Ciudadela Faria, Parque Urdaneta y la Plaza 19 de Abril, aún quedan vestigios de aquello. Plantar árboles, brinda oportunidades de participación y habilitación comunitaria. Intervienen el ciclo hidrológico, su sombra disminuyen la evaporación del agua y al traspirar, aumentan la humedad de la atmosfera. Carrasquel afirma que la creación de este programa de educación ambiental es viable en la urbe y permite apropiarse de los espacios. “Ya existen en ciudades como Buenos Aires y Santiago de Chile. Son aulas abiertas para la educación ambiental y podemos reintroducir vida silvestre en ellos. En cualquier lugar, la comunidad puede organizarse y planificar uno. Debemos crear conciencia y reverdecer las ciudades”.

Este proyecto contempla el reciclaje y contacto con la naturaleza, en el que las personas pueden desarrollar actividades recreativas. De 22 árboles que se requieren en Maracaibo por cada persona, la cifra en la actualidad no alcanza uno por habitante, según estudios. Los terrenos baldíos abundan, así como escuelas sin sombra, terrenos de instituciones públicas cubiertos de cemento e islas ubicadas en arterias viales con suelos áridos.

Sin utopías 

Los bosques urbanos, son enarbolados por distintos especialistas como una “gran respuestas” a los problemas ambientales que vive la capital zuliana y recomiendan incrementar la masa forestal urbana para mitigar los desórdenes atmosféricos y respirar adecuadamente. Pueden desarrollarse cerca de edificios, conjuntos residenciales, comunidades, jardines, zonas verdes despejadas, parques situados dentro de la ciudad y en vías de comunicación, de acuerdo a la Fundación Azul Ambientalista. 

Disminuyen la emisión de calor por vehículos y la industria. Sirven para que las personas adopten un comportamiento más relajado y se establezcan relaciones sociales armónicamente, favoreciendo lazos de amistad e identidad. Propician el desarrollo de composteros (abonos) vecinales, que aportan nutrientes que fortalecen y estimulan el crecimiento acelerado de los árboles, además,  favorecen la construcción de ciclovías que promueven una vida saludable. 

Plantar o sembrar, es una actividad que fomenta en la ciudadanía una cultura de respeto y cuidado del entorno. Diego Díaz, presidente de la ONG Vitalis en Venezuela, señala que en la mayoría de las ciudades ubicadas en el territorito nacional, existen parches de bosques urbanos de variada extensión, sin embargo, no es sinónimo de calidad puesto que muchos están enfermos por parasitosis como la Tiña, el Guatepajarito, entre otras plantas parásitas. “Siempre es factible armar un buen proyecto con el debido apoyo técnico, integridad y transparencia necesarias, pero no conozco alguno orientado a reforestar las zonas urbanas en forma mancomunada”.

En su momento, Henri Pittier botánico suizo, afirmo que Venezuela estuvo casi por completa cubierta de vegetación y bosques, salvo las zonas áridas y las cumbres más altas. La ONU recomienda a los países que las ciudades deben tener por lo menos 16 metros cuadrados de áreas verdes por persona y la Organización Mundial de la salud recomienda al menos nueve, pero en la tierra de Bolívar no crece la esperanza o la tala se encarga de sacarla de raíz. 

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