Sesenta años de la caída de una dictadura ¿que valió la pena?

Cuando Venezuela trascendió los momentos difíciles de 1958 y caminó erguida mostrando su rostro progresista y encarrilada a ser la primera gran potencia Latinoamericana hacia la democracia, no pensó que los errores, la voracidad de sus gobernantes demócratas en repartirse el país y acrecentar la pobreza devolvería a esta pujante nación a los tiempos históricos más duros de su vida republicana. Hoy se evoca un 23 de enero de hace 60 años cuando el pueblo y factores de poder se combinaron para derrocar una tiranía ¿Qué valió la pena?.

La doctora en Ciencias Políticas, Carmen Maurera afirma que ninguna dictadura puede ser catalogada como buena “es inconveniente, es dañina, es violatoria de los más elementales derechos humanos, sociales y políticos y en nuestros tiempos, caer en dictadura representaría el retroceso histórico más grande que nación alguna pueda padecer”.

Entonces, las obras de infraestructura y los grandes proyectos económicos que catapultaron a Venezuela en el sitial más alto de modernidad y progreso de todo Latinoamérica ¿no valieron la pena, pese a que su impulsor fuese un dictador?

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“En dictadura nada vale la pena –enfatiza Maurera- pero si además de someter al pueblo a un régimen irrespetuosos de sus sagrados derechos y libertades, lo sometes al hambre, al atraso estructural, al retroceso tecnológico y vivir en la miseria, solo conformes con una caja de alimentos importados cada mes, oye hablamos ya de algo más que dictadura, hablamos de una masacre social”.

La docente recalca: “La lectura y asunción de lo que conlleva llegar al poder político ha cambiado desde el 58 para acá haciendo un giro de 180 grados. Pérez Jiménez fue un tirano, un dictador sobre cuyos hombros recayeron muchos muertos, pero su marca de presentación para el reconocimiento público, nacional e internacional fueron sus obras de infraestructura. Al menos éste (Pérez Jiménez) aprovechó la bonanza petrolera y los dividendos de las concesiones de nuestros yacimientos al capital extranjero para dejar obras que hoy todavía son reconocidas como magnánimas, contrario a estos 20 años de chavismo en los cuales al momento de comparar obras con divisas que entraron al país, la conclusión nos lleva a asumir que en Venezuela no ha habido un desguazo de tanta proporción como el llevado a cabo por el chavismo. Sus obras, que las tiene, son ínfimas ante lo que recibieron por concepto de renta petrolera, muy ínfimas y el estado en el cual se encuentra Venezuela hoy es la consecuencia”.

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¿Estamos en dictadura o democracia?

El doctor Eddie Salamancas, politólogo y docente razona su respuesta: “Si un pueblo ejerce un derecho a través del voto y coloca a sus representantes políticos al frente de un poder público, de algún espacio de poder y luego viene un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en cuya designación de magistrados no hubo el más mínimo equilibrio y por tanto sucumbe ante las órdenes de otro poder público constituido como el Ejecutivo, acabando así con la autonomía de los poderes, y esos magistrados interpretan la Constitución para denegar a quienes el pueblo eligió como representantes, anular sus actos y funciones, perseguirlos, meterlos presos, montarles expedientes, derrocarlos para luego designar un sustituto a dedo, que proteja los intereses del cerebro de estas órdenes y anule con ello la voluntad del pueblo expresada en las urnas electorales, no podemos hablar que se está en democracia”.

¿Hace falta otro 23 de enero?

Salamancas enfatiza: “No, ninguna historia se repite, aun cuando parezcan ocurrir hechos muy similares que parecen copia al carbón de lo que ocurrió otrora, cada acontecimiento viene enmarcado en un contexto distinto, en una realidad distinta con elementos distintos que van desde lo poblacional hasta lo ideológico y que debe contextualizarse además en un mundo global y no como un hecho social aislado, por tanto no sería bueno decir que hace falta otro 23 de enero, hace falta que al país retorne la sindéresis, el respeto y el equilibro en el poder eso no se puede sitiar con una fecha histórica, hace falta una nueva fecha histórica construida a partir de esta realidad que es distinta, por mucho que se parezca, a la de 1958”.

Hoy marcha una Venezuela, la chavista. Como ocurre en Cuba, en aquellos actos multitudinarios alrededor del Memorial de José Martí en la Plaza de la Revolución, todos o casi todos obligados y sugestionados por el régimen, así marcharán hoy muchos venezolanos lanzándoles vivas al Gobierno y aplaudiendo el caos, mientras la otra Venezuela, la opositora sigue disgregada, reuniéndose en parcelas, quejándose por las redes y yéndose del país. En esta realidad se enmarca la conmemoración de los 60 años de aquel 23 de enero día del último grito de libertad de Venezuela.

Redacción Notizulia

 

 

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