La historia de Gelong Thubten, el monje budista que compartió en The Diary Of A CEO cómo superó traumas y ansiedad, muestra que la meditación es una herramienta poderosa para transformar el dolor en equilibrio, propósito y bienestar en tiempos modernos
Thubten atribuye parte de esta crisis al colapso de las estructuras religiosas tradicionales, que antes ofrecían contención emocional y sentido de pertenencia. “Vivimos en una cultura posreligiosa, centrada en el individuo. Eso tiene cosas buenas, pero también nos obsesiona con la idea de que la felicidad está afuera”, reflexionó. Según él, el consumo perpetúa un ciclo de carencia y frustración, al reforzar la sensación de que siempre falta algo.
Con el impulso de una amiga, ingresó en un monasterio budista en Escocia por un año. Esa pausa se convirtió en su camino definitivo. “No lo viví como un sacrificio, sino como un alivio. Renuncié a lo que me había enfermado”, explicó.
Aunque creció cerca del budismo, Thubten confesó que inicialmente rechazaba la meditación. “Pensaba que era vaciar la mente, pero cuanto más lo intentaba, más fuerte se hacía mi voz negativa”, contó. Con el tiempo comprendió que meditar no es eliminar pensamientos, es aprender a observarlos sin dejarse arrastrar. “No se trata de dejar la mente en blanco, sino de aprender a no ser controlado por ella”, explicó.
Según el método que enseña, la práctica consiste en sentarse unos minutos, observar la respiración y devolver la atención cada vez que se dispersa. “Ese regreso es el ejercicio. Ahí es donde se fortalece la mente”, afirmó. Estudios recientes mencionados en el pódcast indican que solo cuatro días de práctica diaria de diez minutos pueden generar cambios visibles en el cerebro.
Tras más de treinta años como monje, aseguró que la práctica es más necesaria que nunca. “Vivimos en tiempos en los que necesitamos la meditación más que nunca, por la aceleración de la vida y la forma en que la tecnología nos bombardea constantemente”, señaló en The Diary of a CEO.
Durante la entrevista se mencionaron figuras públicas que integraron la meditación en su vida diaria. Steve Jobs atribuía su claridad al Zen. Ray Dalio, Oprah Winfrey y Jack Dorsey también la consideran parte esencial de su rutina.
Thubten subrayó que meditar no implica volverse pasivo, en realidad es actuar con mayor conciencia y equilibrio. “No se trata de indiferencia, sino de mantener la cabeza fría bajo presión y actuar con propósito”, dijo.
Para quienes desean iniciarse, recomendó evitar accesorios y rituales. “No necesitas cuencos, incienso ni símbolos. Solo vos y tu mente”, afirmó. La práctica sugerida es sentarse cada mañana durante diez minutos, establecer una intención de compasión y observar la respiración, sin juzgar las distracciones.
Advirtió que no debe evaluarse la calidad de la meditación por cómo se siente. “El progreso no siempre se nota enseguida, pero ocurre. Lo importante es practicar, no sentirse bien o mal”, señaló. También enfatizó la autocompasión como eje para enfrentar emociones difíciles.
La meditación fue clave para afrontar el asesinato de su maestro en China, hace once años. “En las noches más duras, enviaba compasión a la herida interna”, relató. Esa práctica le permitió atravesar el duelo y, con el tiempo, perdonar al responsable. “Sostener el resentimiento es como agarrar un carbón caliente: solo te quema a vos”, afirmó.
El mensaje final de Thubten es claro: la transformación interior no depende del conocimiento, depende de la constancia. “Muchos leen sobre meditación o ven videos, pero no practican. Lo que falta siempre es hacer la práctica”, advirtió en The Diary of a CEO.
Infobae