El retén se convierte en la pequeña cárcel de la COL

El Centro de Arrestos Preventivos de la Costa Oriental del Lago (COL), en Cabimas, colapsó tras el cierre, en septiembre de 2013, de la Cárcel Nacional de Maracaibo, en Sabaneta. En los últimos meses sus fugas, los enfrentamientos entre presos y policías dan muestra de que quienes viven dentro de esa estructura luchan por dominar dentro y fuera del penal, mientras esperan su juicio o cumplen condena. La última intervención del Gobierno la ejecutaron la semana pasada. Hubo un Plan Cayapa para desahogar y redistribuir a sus mil 400 internos.

El retén se construyó para albergar unos 120 detenidos, por un tiempo no mayor de cinco o seis meses. Desde 2013, por decisión del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, alojaron en sus instalaciones 70 de los detenidos en la región y la instancia de los reos supera hasta los tres años en espera de la decisión de un tribunal o de la audiencia de presentación.

Los prisioneros duermen apretados, casi uno encima del otro, en condiciones de insalubridad graves, no hay mantenimiento de las áreas. Los albergados tampoco tienen comedor, el Estado ya no les garantiza la comida, sus parientes a la semana reciben una lista de alimentos para preparar y deben llevarla a corto plazo, detalló uno de los parientes.

Con el incremento de la población de los presos, los índices de violencia dentro del retén aumentaron. Quienes han entrado y conocen de cerca la realidad del lugar alegan que hay hambre, miseria, olvido y sobre todo abuso por parte de los prames que llevan las riendas de los pabellones A, B y C. No clasifican a los reos por peligrosidad ni por delitos.

Sin vigilancia

Desde enero de este año las fugas no han cesado. Freddy José Ordóñez Fontalvo y Narwin Nolberto Lázaro Ríos fueron los primeros que se evadieron. Las autoridades explicaron que los llevaron a una consulta médica. Esperaban una patrulla y se escaparon. Los oficiales de la Policía regional los hallaron a los minutos y los liquidaron.  En los meses siguientes, otros seis presos también huyeron y no han sido localizados.

Según los reportes de los medios de comunicación, solo en 2016 se escaparon unos 30 presos a la vista de los funcionarios de guardia. En cada caso hubo complicidad de los custodios.   

“Los presos salen cuando quieren de los pabellones y del retén. Y es que los prames tienen el dominio de los funcionarios e incluso el del director.  Sino cómo creen que los funcionarios no se dan cuenta del acceso de armas”, dijo la fuente.

La situación cada día es peor, no solo internamente, sino en los alrededores, que es zona residencial. Desde hace unos seis meses, la carretera frente al retén está cerrada presuntamente por órdenes de los presos para sus caminatas. Ningún vehículo circula por los alrededores. El alto índice de peligrosidad en la zona creció. Las familias piden la reubicación del reclusorio. 

Los presos caminan por el frente armados. Quienes los ven temen una eventualidad. «Todos los días estamos en constante riesgo, no vivimos tranquilos, queremos que construyan otra cárcel y así nosotros podamos vivir tranquilos», dijo un vecino de la zona.

La última balacera entre reos y policías se reportó el 31 de agosto. Por unas causas no aclaradas, mataron en el pabellón B al funcionario Denixo Derivan, quien tenía seis meses como oficial de guardia en el retén. 

“Un desacuerdo en los montos entre los funcionarios y los detenidos por el cobro del obligaíto desató el tiroteo. Los líderes del pabellón B bajaron a matar al uniformado”, detalló uno de los parientes.

Los reos controlaron el retén al menos 24 horas. El Gobierno anunció un Plan Cayapa y liberaron al menos 30 presos luego de hacerle las evaluaciones correspondientes. Volvió la calma, pero nadie sabe hasta cuándo.

Riesgos de salud

Dentro del Centro de Arrestos Preventivos de la Costa Oriental del Lago también han registrado casos de enfermedades contagiosas como tuberculosis, escabiosos, VIH, enfermedades transmitidas por los zancudos y más. Familiares esperan mayor control sanitario y mejorar el control médico. Solo este año se han registrado unas cinco muertes por tuberculosis.

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