A Fernando Andrés Manzur lo tomaron de rehén cuando llegaba en una Toyota, Fortuner, blanca, placa AD236SV, para surtir de pañales y otros productos a una farmacia en la avenida Cecilio Acosta de Maracaibo. Unos testigos denunciaron el robo de la camioneta y la Policía regional inició una persecución que concluyó con un delincuente muerto y otro prófugo y el deceso del universitario.
Un policía detalló que el vehículo lo robaron al norte de Maracaibo. Se reportó el delito y las comisiones se desplegaron para dar con los ladrones.
La camioneta quedó estacionada al lado de una sucursal financiera en la avenida La Limpia con el sector Panamericano, parroquia Caracciolo Parra Pérez. En el asiento del copiloto reposaba el cuerpo de un hombre, aún por identificar, semiacostado y con heridas por arma de fuego. Se presumió que se trataba de uno de los asaltantes hasta que los Manzur reconocieron al universitario en la morgue forense.
Indignados, los Manzur denunciaron mala práctica policial. Los oficiales no tuvieron que haberle disparado a la camioneta hasta cerciorarse quienes iban en su interior. Exigieron a la Policía científica una investigación exhaustiva a quienes actuaron en el procedimiento.
Sin testigos
Los habitantes de Panamericano comentaron que no escucharon detonaciones. Se presume que a los sospechosos los hirieron, los uniformados, en la persecución.
«De la Toyota bajaron dos jóvenes, no mayores de 25 años. Ambos estaban heridos. Quien tenía la herida en la pierna izquierda y se montó en un autobús de la ruta Panamericano», dijo uno de los curiosos.
El otro sospechoso corrió una cuadra y apuntó, con una pistola plateada, a un cliente de un supermercado que estaba en una cola para comprar comida. Le ordenó que se quitara el suéter y se lo entregara. Asustado, el hombre cumplió con lo que le ordenaron.
En ese momento, el delincuente cruzó la calle y se escondió en la casa 80A-22, a dos cuadras de donde estacionaron la camioneta. La vivienda tenía el portón abierto, aprovechó y llegó hasta el fondo de la casa. “Pidió que lo ayudaran y no lo dejaran morir”, luego de eso de desplomó, contó Érika González, dueña de la vivienda.
En el inmueble estaba Édgar Soto, hijo de González, quien por temor le colocó el candado a la puerta trasera al ver al desconocido. Corrió al cuarto para ponerse una franela y al salir ya la casa estaba rodeada de policías, agregó la dama.
Los uniformados trasladaron al herido hasta el Centro de Diagnóstico Integral de La Victoria, donde ingresó sin signos vitales. Cerca del mediodía una mujer lloraba frente a ese centro de salud y, pese a que no había visto el cadáver, aseguraba que se trataba de Jean Manuel Chacín, residente del barrio Los Planazos.